" A mi buitre: Perroflautas del mundo: Hoy es el día perfecto. El día que estaban esperando para llamarnos perroflautas. Claro está, no todos son perroflautas. Pero me temo que ..."
Si tan solo pudiéramos despertar los cerebros dormidos de todo el mundo. Si tan solo lográramos que la gente recuerde que el pueblo es quien conforma la nación, que somos más, que un día nos sublevamos contra el poder y logramos cambiar las cosas, y que podemos volver a hacerlo...
Pero, por desgracia, la gente no se acuerda de estas premisas. Siguen siendo demasiadas las hormigas que satisfacen el voraz apetito de su reina (el estado) porque creen que es para lo único que existen. Demasiadas las ovejas que balan su protesta en tono de sumisa resignación, en lugar de reclamar. Cada uno de ellos es un Soldado de la Libertad que ha olvidado su auténtico potencial. Están juntos, pero no unidos, y un simple soldado no puede luchar contra nadie sin el apoyo del resto del batallón.
El estado ha logrado disgregar a la mayor fuerza política de la nación: el pueblo. Brindan con nuestra felicidad, no por ella. No alimentan nuestros sueños, nos los roban poco a poco y nos ofrecen el redil, asegurándonos desde pequeños que es la única opción, borrando de nuestro espíritu el auténtico significado de la palabra democracia, eliminando de nuestras memorias el recuerdo de aquellas revoluciones, aquellos sublevamientos que nos llevaron a conseguir lo que queríamos en contra de lo que ellos querían. Convierten nuestro pasado en historia, formando el extraño pensamiento de que "eran otros tiempos", cuando la verdad es que la situación es la misma y sólo han cambiado los nombres de los protagonistas. Ellos siguen siendo los políticos, la clase alta, la burguesía, y nosotros seguimos siendo el pueblo, la clase baja, los plebeyos. ¿Clase media? Casi extinta.
Y así, con estas condiciones tan desfavorables que nos ofrece esta guerra tan silenciosa y a la vez tan obvia entre gobernantes y pueblo, esta guerra que viene durando desde que existe la política, nuestras palabras, las palabras de los que hemos despertado, no hacen sino caer en el vacío abismal que son las mentes de nuestros compañeros de batalla, convertidos ahora en Soldados del Silencio. Pero aún queda tiempo. Mientras una sola de nuestras voces siga escuchándose, habrá esperanza. Mientras uno de nosotros no se rinda, existirá la posibilidad de que se nos escuche, se nos comprenda, se recuerde y se vuelva a luchar de nuevo por recuperar nuestro país: el país que piensa en aquel que necesita comer, no en el que compra la comida.
Mi pequeña crítica a la política actual.
Totalmente de acuerdo. La gente ha enterrado el verdadero espíritu de lucha, que quedó con la revolución francesa. Necesitamos cambios, pero nadie hace nada, es tan sencillo permanecer tumbados bajo el sol. Al igual sucede con la crisis que arrastra este país, desde que surgió la economía hemos tenido crisis. No es nada nuevo, ¿acaso alguien mueve un dedo?
ResponderEliminarMuchas manifestaciones, pero todas en vano. Como tú dices, y yo he experimentado: salimos a la calle y gritamos con indignación. Pero falta lo principal, falta unión y un objetivo fijo.