miércoles, 15 de diciembre de 2010

Ne dit rien.


El camino es tortuoso y lleno de piedras. Traicionero tormento en la desesperada intención de llegar al final sin haber perdido demasiado. No me detengo aunque no tenga luz alguna que me guíe. No aparto las piedras porque no puedo verlas y no tengo quien las quite por mí, así pues no puedo más que tropezar con ellas. Me hallo sólo en mi propio camino, y, pese a que pudiera parecer que sufro, que no soy feliz, he tardado mucho en darme cuenta de que así es como me gusta ir, porque puedo marcar mi propio ritmo, y porque aunque a veces eche de menos la compañía de una voz con la que hablar durante la travesía, que me apoye, o que simplemente permanezca ahí para evitar que me sienta sólo, a menudo recuerdo las veces que me he visto perdido por culpa de esa misma voz, que me apartó del camino con falsas luces que no eran sino destellos de ilusión, meros reflejos de lo que podría ser. Y así, inconscientemente, esa voz que antaño me ayudó a mantener la esperanza y la cordura, acabó llevándome a despeñaderos por los que casi llegué a caer y de los que sólo me libré por el consejo de mi propio instinto y la fría testarudez de mi carácter.

No hay luces en el camino ni estrellas en el cielo. Tiempo ha que las perdí de vista, ocultas tras la nubosa formación que incesantemente suelta su húmeda desesperación sobre mí, entorpeciendo aún más mis pasos, si eso es posible. "¿Quién limpiará tus heridas, si estás solo? ¿Quién te ayudará a escapar cuando te apresen?" Me pregunta la voz, tratando de llevarme de nuevo a su terreno. "Yo mismo limpiaré mis propias heridas, y escaparé de lo que el destino me depare, porque me siento sólo, pero es mi elección." respondo decidido. Porque es mi elección alejarme del mundo de donde esa voz procede. Esa voz que cambia en tono, intensidad y color, pero que siempre promete lo mismo y trata de atraparme en su universo de fantasía donde no puedo vivir sin saltarme los muros de la supuesta realidad que se me ofrece al verme incapaz de ser feliz en ella. Falsa realidad de la vida de donde no habría huido tantas veces de no ser por el daño que hace ver que tras los muros de la fantasía está el mundo real, de donde soy.

Pero ya es tarde y, cuando me vengo a dar cuenta, he pasado demasiado tiempo en ese universo de película y al saltar sus muros y topar de nuevo con mi vida, no recuerdo cómo se camina por ese pedregal al que llaman vida. Hora de marcar un nuevo camino, otro destino aleatorio que perseguir.

Es duro no tener un objetivo concreto al que dirigirme, al que girar mis pasos independientemente de dónde esté, cuando me he salido de la ruta. Supongo que por eso siempre confío en la voz y la dejo guiarme. Parece tan segura de sí misma...

Pero ya no. Nunca más.

1 comentario:

  1. Amigo mío, comprendo los sentimientos que plasmas en la magnificencia de éste texto, lo he experimentado miles y miles de veces...

    Si me permites una pequeña intervención, añadiré que la realidad y la fantasía forman parte de un todo. Una única esencia... aleja los fantasmas que inundan tu conciencia, escucha tu voz interior, escucha a tu propia esperanza... llora, desesperate, cae, sécate las lágrimas, tranquilizate, sonríe y no camines; vuela.

    Y si necesitas algo, aunque suene hipócrita, quiero que sepas que ahí estaré. ^^

    Me ha encantado tu texto, hasta pronto. ^^

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